Pero esa noche en villa pueyrredón todavía el reguero de pólvora desde plaza de mayo no se asomaba, pero la tele, las radios y otros medios ya traían esas imágenes.
¿Ir a la Plaza? ojalá, pero en ese momento no se nos cruzó por la mente y yo no me hubiese animado solo; pero en ese lapsus con la computadora, apareció mi viejo en la habitación y me dijo "vamos a la terraza" fui con él, tomamos un tambor de 200 litros, esos que sirven para el transporte de aceite, lo apoyamos contra las rejas que daban a la calle y comenzamos con unos palos a golpearlo.
El barrio empezaba a llenarse de protesta, los vecinos salían a la puerta, la calle era nuestra esta noche. Algunos golpeaban los palos de la luz. El mapa del ruido en la ciudad mostraba una mancha más.
A diez años de este hecho que marcó a todos los argentinos aparecen muchísimos análisis más concientes y críticos que estos breves párrafos; pero de la experiencia de cada uno de quienes formaron/formamos parte a nuestra manera es que el relato se enriquece y se entiende.
¿Que si lo mio fue relevante? Lo dudo, pero no hay momento en que al pensar en las jornadas del 19 y 20 no me venga esta anécdota a la cabeza.
Hoy a chicos de dieciocho, veinte años es dificil explicarles qué pasaba hace diez años en el país; un año que parecía haber comenzado con la caida de las torres y que viviría un camino pedregoso hasta las elecciones del 2003, que sin embargo ni voy a volver a recordarles quién había sacado la mayor cantidad de votos...
Lecop, patacones, nadie los aceptaba, pero los usábamos. Yo trabajaba en una casa de comidas, a veces debía ir al supermercado a comprar cosas que hacían falta, una vez tenía que pagar con un lecop ¡trucho! a ver si podía engancharlo... había algo más trucho que un lecop... sí uno trucho y mi jefe diciéndome cómo debía dárselo a la cajera y qué decirle si se daba cuenta. Hoy me río...
Esta misma tarde del 20 de diciembre fui a la Plaza; me encontré allí con mi viejo. Más allá de una muestra que exponía las fotos más representativas de esas jornadas diez años atrás, no pasaba mucho más. Las mangueras y aspersores regaban el pasto; los turistas brasileños se sacaban sus fotos y un árbol de navidad desentonaba bastante. No se qué me imaginaba encontrar; pero no lo hallé. De cierta manera fue una manera de presentar mis respetos a quienes hoy ya no están (y no me refiero a los políticos que se quedaron todos) y de reflexionar mirando un poco hacia atrás.
