Puede que muy pocos lean este mensaje, esta nota, algunos alcanzarán a unos párrafos no más, no pretendo que se extienda mucho más entonces. El tema que aquí me pone a escribir es la posición adquirida en la última semana del ingeniero mauricio macri. Hablando de vecinos que se respetan, pintando una ciudad de colores vivos y alegres donde ellos vienen a darle una respuesta animosa de felicidad.
Un mensaje de paz y confianza en tiempos cada vez más feroces y desanimados me da miedo. Siento que no me preparan o que todo lo vivido hasta ahora no sirvió de mucho. Que si quiero la paz y la unidad, claro que sí, ¿pero a costas de qué?
Cualquier chispa enciende un camino de pólvora que se fue esparciendo a todos los lados, así una nimia declaración, una nota, un pañuelo conmueven a la población toda, o por lo menos eso nos estamos creyendo.
¿Somos de veras tan importantes cómo las propagandas nos pintan? ¿somos tan alegres y solidarios como quisiéramos? No creo que la respuesta sea afirmativa, pero tampoco pienso que con aquellos con los que venimos "bien" puedan darnos respuestas, o marcarnos un camino equitativo, horizontal y solidario cuando las brechas se extienden, y las mechas se encienden. Surgen entonces, algunas preguntas:
Un territorio de justicia y seguridad, cuando una persona procesada (con dos causas) ejerce un cargo público y se postula para continuar por otro período ¿es PRObable?
Una ciudad con menos excluidos (fíjese que se habla de menos y no de ningún excluido) cuando las puertas en los hospitales se angostan o, peor, se agregan otras para diferenciar según raza, color, domicilio. Donde los centros culturales desaparecen, donde los espacios verdes se enrejan, donde las escuelas se quedan sin pupitres (además de sin gas, sin techos) ¿ya nos cansamos de PROtestar?
El cierre y la comparación perfecta para mi se dio el jueves 14 de julio. Dos grandes muestras se inauguraron -y que no digan que no fue adrede-: "La Rural" y "Tecnópolis" Cada una exponiendo un modelo y cada una con un representante en esas aperturas. La primera PROpiciando el desarrollo del modelo agroexportador que en alguna época a la Argentina le sirvió, digamos ciento cincuenta años atrás. La segunda, Tecnópolis, reclamando un lugar a la ciencia, a la tecnología, a la innovación.
A Tecnópolis le quedó el margen de la General Paz y para mi está perfecto, porque desde esos lugares (los márgenes) se construyen los movimientos capaces de generar cambios. La Rural se quedó en el centro norte de la ciudad, donde siguen enclavados, enquistados, los intereses de ese pequeño grupo feliz por no tener que cruzar los bordes, contentos de mandar sus hijos a escuelas privadas, de disponer de medicinas prepagas, de disfrutar conciertos desde la cómoda hermeticidad de su casa con home teather. Donde sus intereses pasan más por seguir pensando en si mismos, que en los que golpean las ventanas de sus autos blindados pidiendo una moneda.
¿La ciudad la seguiremos dejando en manos de un "gestor/empresario" o nos encargaremos nosotros de una buena vez?